Estocolmo, 11 de junio de 2025 — El Ministerio de Finanzas de Suecia ha anunciado un ajuste al alza en su previsión de inflación para 2025, estableciendo una nueva cifra del 2,5% anual, en contraste con el 1,9% proyectado a finales de 2024. Esta revisión responde a una combinación de factores internos y externos que continúan ejerciendo presión sobre los precios en la economía sueca. El cambio en la proyección reabre el debate sobre la efectividad de las políticas económicas actuales y plantea dudas sobre el rumbo futuro de la política monetaria del país.
Un cambio significativo con implicaciones profundas
La elevación del pronóstico inflacionario no es simplemente una cifra más en el balance macroeconómico, sino una señal de advertencia sobre la complejidad del entorno económico actual. Para una economía como la sueca, caracterizada históricamente por una inflación controlada y una política fiscal prudente, este giro representa un desafío relevante para el Riksbank, el banco central sueco, y para las autoridades gubernamentales responsables de la política fiscal.
Durante los últimos años, Suecia ha tenido que enfrentarse a una serie de perturbaciones globales que han alterado sus fundamentos económicos. Desde los efectos de la pandemia del COVID-19 hasta la inestabilidad derivada del conflicto en Ucrania y los altos precios energéticos, la economía sueca ha lidiado con un entorno de gran volatilidad e incertidumbre.
Factores que impulsan la inflación
Según el informe presentado por el Ministerio de Finanzas, el nuevo pronóstico inflacionario se justifica principalmente por cuatro factores clave:
- Aumentos salariales generalizados:
Los sindicatos suecos han logrado importantes incrementos salariales en los últimos meses, en un intento por compensar la pérdida de poder adquisitivo experimentada entre 2021 y 2023. En varios sectores, las subidas salariales superan el 4%, lo que ha impulsado el consumo interno, pero también ha encarecido los costos para las empresas, que han trasladado parte de ese aumento a los precios finales. - Volatilidad en los precios energéticos:
Aunque los precios de la energía se han moderado respecto a los picos de 2022, siguen siendo elevados y poco estables. Las tensiones geopolíticas en Europa del Este y el proceso de transición energética —con inversiones todavía insuficientes en fuentes renovables— han provocado altibajos que repercuten directamente en el costo de producción de bienes y servicios. - Debilidad del tipo de cambio de la corona sueca (SEK):
La depreciación de la corona frente al euro y al dólar ha encarecido las importaciones, lo cual es especialmente relevante en una economía abierta como la sueca, donde una parte significativa del consumo depende de bienes extranjeros. Esta dinámica ha añadido una capa adicional de presión sobre los precios internos. - Gasto público y políticas expansivas:
Para evitar una recesión tras la pandemia y durante la crisis energética, el gobierno sueco implementó medidas de estímulo fiscal, incluyendo subvenciones a la energía y aumento del gasto en infraestructura. Aunque estas políticas ayudaron a sostener la demanda y el empleo, también contribuyeron a un entorno de mayor presión inflacionaria.
Respuesta del Riksbank: ¿pausa o endurecimiento?
El cambio en las perspectivas de inflación plantea nuevos dilemas para el Riksbank. Con una meta inflacionaria establecida en el 2%, el aumento al 2,5% no parece dramático en términos absolutos, pero sí es suficiente para modificar las expectativas del mercado. Tras haber comenzado a reducir gradualmente los tipos de interés —pasando de un máximo de 3,75% en 2023 a un 2,25% en la actualidad—, el banco central podría verse obligado a reconsiderar sus planes.
En palabras de Erik Thedéen, gobernador del Riksbank:
“La estabilidad de precios sigue siendo nuestra prioridad principal. Actuaremos con decisión si los riesgos inflacionarios se materializan de forma persistente”.
Esta declaración sugiere que, en lugar de continuar con la flexibilización monetaria prevista para finales de 2025, podría haber una pausa prolongada o incluso un nuevo endurecimiento de la política monetaria si los precios no se estabilizan.
Reacciones del mercado y efectos sectoriales
La revisión del pronóstico inflacionario tuvo efectos inmediatos en los mercados financieros suecos. El índice bursátil OMX Stockholm 30 experimentó ligeras caídas, mientras que los rendimientos de los bonos soberanos a 10 años subieron, en anticipación a políticas monetarias más restrictivas.
En términos sectoriales, los más perjudicados por el contexto inflacionario continúan siendo el comercio minorista, el transporte y la construcción, donde los márgenes se estrechan ante el alza de costos y la sensibilidad del consumidor. Por el contrario, las industrias exportadoras podrían beneficiarse de una corona debilitada, siempre que la demanda externa, especialmente de la Unión Europea, se mantenga estable.
¿Riesgo de estanflación o corrección temporal?
Aunque una inflación del 2,5% no es excesivamente alta en términos internacionales, el hecho de que se mantenga por encima del objetivo durante un periodo prolongado ha despertado preocupaciones sobre un posible escenario de “estanflación suave”, es decir, bajo crecimiento acompañado de inflación persistente.
Sin embargo, algunos economistas ven la situación como una etapa transitoria. Según Annika Winsth, economista jefe de Nordea,
“Estamos viendo un reequilibrio. La inflación elevada está cediendo, pero más lentamente de lo esperado. El verdadero desafío es mantener la confianza mientras se ajustan los desequilibrios sin frenar demasiado el crecimiento.”
Conclusión
El ajuste al alza del pronóstico inflacionario en Suecia para 2025 refleja un entorno económico aún marcado por la incertidumbre. Si bien la economía sueca muestra resiliencia, la combinación de factores internos —como los aumentos salariales y el gasto fiscal— y externos —como los precios energéticos y la debilidad del SEK— complican el camino hacia la estabilidad.
El Riksbank, el Gobierno y los actores del mercado deberán actuar con cautela y coordinación para evitar que esta inflación moderadamente elevada se convierta en un obstáculo estructural para el crecimiento económico y la estabilidad financiera de largo plazo.